Salud mental de niños y niñas, un tema de mucha atención
22 abril, 2019
Sistema Nacional de Cuidado

Hablemos sobre la salud mental de niños y niñas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 20% de los niños y adolescentes en el mundo tienen trastornos o problemas mentales y cerca de la mitad se manifiestan antes de los 14 años. Trastorno de ansiedad de separación, déficit de atención o fobia social son algunas de las enfermedades más comunes que pueden aparecer tanto en niños como en niñas, en cualquier raza o grupo étnico.

Los trastornos neuropsiquiátricos figuran entre las principales causas de discapacidad entre los jóvenes del mundo, y los porcentajes más altos de población menor de 19 años con algún problema de salud mental están en los países que disponen de menos recursos para la atención. “La mayoría de los países de ingresos bajos y medios cuenta con un solo psiquiatra infantil por cada millón a cuatro millones de personas”, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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En Colombia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Salud Mental de 2015, los trastornos mentales se presentan más en las niñas (5,6%) que en los niños (3%) y los más frecuentes son el trastorno por déficit de atención (3%), seguido del trastorno de ansiedad de separación (1,8%) y los trastornos de ansiedad generalizada y negativista desafiante, 0,4% cada uno.

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Muchos de estos problemas de salud mental tienden a aparecer al final de la infancia o al comienzo de la adolescencia. Según los estudios más recientes, estos problemas –en particular, la depresión–, constituyen la principal causa de morbilidad en los jóvenes (en años de vida ajustados en función de la discapacidad).

Los expertos señalan que algunas acciones pueden prevenir ciertos trastornos. Por ejemplo, mejorar las habilidades sociales, la capacidad para resolver problemas y la autoconfianza en los niños y las niñas puede ayudar a prevenir trastornos de la conducta, la ansiedad, la depresión y los trastornos alimentarios, así como otros comportamientos de riesgo relacionados con las conductas sexuales, abuso de sustancias o comportamientos violentos.

La médica psiquiatra y máster en epidemiología clínica Lina María González Ballesteros explica que, por ejemplo, la discapacidad psicosocial se puede curar a través de un manejo adecuado de la enfermedad de base y de manera paralela con un manejo adecuado del entorno. “Es decir, que el entorno tenga escenarios incluyentes, áreas escolares que permitan que un niño que tenga una depresión o un autismo reciba un trato ajustado a sus necesidades. Que su entorno le favorezca para contestar un examen con un cierto plazo, hacer lecturas ajustadas a sus necesidades y que sus compañeros entiendan que esto es una situación que puede pasarnos a todos y que no les va a hacer daño”, dice.

Síntomas de alerta

Los trastornos mentales producen síntomas que son observables en las personas y en los niños y niñas no es diferente. Para la OMS es importante estar atentos a los siguientes síntomas y de ser constantes acudir a la consulta de expertos:

  • Síntomas físicos: dolores, trastornos del sueño.
  • Síntomas afectivos: tristeza, miedo, ansiedad, cambios afectivos intensos.
  • Síntomas cognitivos: dificultad para pensar con claridad, creencias anormales, alteraciones de la memoria.
  • Síntomas del comportamiento: conducta agresiva, incapacidad para realizar las tareas corrientes de la vida diaria, abuso de sustancias.
  • Alteraciones perceptivas:
    percepción visual o auditiva de cosas que otras personas no ven u oyen.

“Es muy importante hacer prevención en términos de la presencia de una enfermedad mental. Es crucial que podamos hacer diagnósticos tempranos y tratamientos adecuados, también hacer acciones promocionales, que podamos tener buenas relaciones interpersonales, buenas pautas de crianza, poder fortalecer nuestras habilidades sociales, nuestras capacidades resilientes, comer bien, dormir bien, hacer ejercicio físico, prevenir enfermedades crónicas, nos va a permitir tener unas buenas posibilidades de una adecuada salud mental”, aconseja González Ballesteros.

Enfermedades mentales más frecuentes en la niñez y la adolescencia

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015, las siguientes son las enfermedades que
más se presentan en los niños y adolescentes.

En la niñez:

  • Trastorno de ansiedad de separación:

    Ansiedad excesiva e inapropiada para el grado de desarrollo del niño en relación con la separación de sus figuras de referencia y de apego. Esto genera conductas que buscan evitar la posible separación y se considera patológica si interfiere con la relación y los aprendizajes y/o cuando hay somatización o da lugar a fobias
    escolares.

  • Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH):

    Persistente inatención, hiperactividad e impulsividad, que interfiere
    con el adecuado desempeño en las áreas académica, social y familiar. Existen tres subtipos del trastorno: uno de predominio inatento, uno de predominio hiperactivo/impulsivo y otro mixto. También el TDAH se ha relacionado con dificultades ejecutivas como planeación, inhibición, memoria de trabajo y control cognitivo.

  • Trastorno de la conducta:

    Patrón repetitivo y persistente del comportamiento en el que se violan los derechos de las otras personas o las normas sociales. Se presenta agresión a personas o animales, destrucción de la propiedad, robo o fraudulencia y otras violaciones graves a las normas.

  • Fobia social:

    Temor a ser juzgado por otras personas. Esto lleva a evitar situaciones que requieran diferentes tipos de interacción con otros. Suele acompañarse de baja autoestima, miedo a ser criticado o a ruborizarse, temblor, náuseas o necesidad imperiosa de micción en los momentos en que se relaciona con otras personas. Los síntomas pueden desembocar en una crisis de pánico. En casos severos puede haber aislamiento social.

En la adolescencia (además los anteriores y trastornos depresivos)

  • Episodios de longitud temporal variable en los que se experimenta tristeza y pérdida de interés en las actividades que antes eran placenteras.
  • Alteraciones en el apetito y en el sueño.
  • Falta de concentración, pérdida de confianza en sí mismo, ideas negativas hacia el futuro, de culpa o de suicidio, entre otros.
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