Una población con barreras que se van derribando
23 septiembre, 2022
Sistema Nacional de Cuidado

314.320 es el total de personas con discapacidad auditiva en Colombia (2018), según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Este grupo poblacional día a día está expuesto a barreras de acceso a la educación, la salud y el trabajo, entre otras, que han sido tratadas de eliminar por colectivos organizados, sociedad civil y gobiernos. Una labor que no termina.

Una de estas barreras es el acceso a la información. La pandemia hizo urgente garantizar este derecho a la población  sorda, pues no hacerlo significaba poner en riesgo su vida.

En respuesta a esa urgencia, el Instituto Nacional para Sordos (Insor) hizo una gestión con la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) para que se garantizara el servicio de interpretación para las personas sordas en, por lo menos, una emisión de noticias. Una disposición que fue obligatoria y se cumplió.

La falla es que no continuó. Al pasar la emergencia también fue desapareciendo el servicio de interpretación. Esto, en palabras de Helena Hernández, subdirectora de Promoción y Desarrollo del Insor, sirve para cuestionarnos qué tanto aprendimos de la pandemia, por lo menos en este aspecto.

“Cuando reclamamos nos dicen: ‘pero es que era obligatorio en el contexto de la emergencia sanitaria y ese contexto terminó’. Ahí nosotros estamos llamados a hacer un trabajo muy intenso para que, desde la CRC, desde los canales y la televisión se garantice el acceso de esta población a la información. Ya no es sobre el covid-19, hay mucha información que permite tomar decisiones y la población sorda tradicionalmente está por fuera de eso”, explica Hernández.

Otras barreras que enfrenta la población sorda 

Otra de las barreras que las personas sordas enfrentan en su cotidianidad, al ser una minoría lingüística, es el desconocimiento que las personas oyentes tienen de la lengua de señas. Esto les dificulta hacer trámites en entidades públicas, comunicarse con los vecinos, acceder a la educación de cualquier nivel, pedir una cita médica, entre otras situaciones. Ver especial ‘Septiembre, mes de las personas sordas’.

Comunicativas y actitudinales

Hernández sintetiza las barreras en dos categorías: comunicativas y actitudinales. La dos se materializan a diario, por ejemplo, en las dificultades de comunicación que tienen las personas sordas con los funcionarios de las entidades públicas, las cuales están fundadas en representaciones sociales equivocadas construidas a lo largo de los años. Tiempo atrás se estimaba que quienes tenían una discapacidad carecían de posibilidades para interactuar en equidad, que no podían tomar sus propias decisiones o desarrollar un proyecto de vida.

Estas representaciones sociales hacen que se mantengan esas barreras. El trabajo es derribarlas entre aquellos que hacen parte de las entidades públicas, de las entidades garantes de derechos y de la comunidad en general compartiendo la vida cotidiana de la población sorda.

De esto se ocupa el Insor. Asesora y asiste técnicamente a las entidades públicas y privadas que lo soliciten con respecto a la atención adecuada e integral para la población sorda. En este sentido ha laborado con sectores como salud, educación, trabajo y justicia, tendiendo puentes entre la ciudadanía sorda y las entidades públicas, sus ofertas de trámites y servicios.  Aunque por temas de presupuesto, dice Hernández, hace falta llegar a más entidades y territorios.

Finalmente, también es importante mencionar otros grandes retos:  posicionar la Lengua de Señas Colombiana (LSC), actualizar la información para tomar decisiones y alinear todas las fuentes de información oficial.

Otros avances del Insor

El Insor ha adelantado trabajo en productos asociados a la cultura sorda que pueden ayudar a la sociedad a evolucionar en la forma cómo comprende a las personas sordas y a sus comunidades.

En este aspecto, están los lineamientos para el acompañamiento metodológico, pedagógico y didáctico en las instituciones educativas. Existen unos documentos orientadores de lo que sucede dentro de las instituciones educativas con la oferta bilingüe bicultural para personas sordas y una guía de producción audiovisual con ajustes razonables para población sorda.

Este último busca que, por lo menos en televisión, las personas que están haciendo productos audiovisuales puedan encontrar de manera práctica y clara qué se debería hacer para que este producto sea accesible para todos, incluida la población sorda.

También está la estrategia de divulgación de conocimiento Informe Técnico de Perspectivas y Saberes, en el que se encuentran productos de investigación sobre la inclusión social de las personas sordas, analítica de datos, documentos de procesamiento de información, documentos de investigación desarrollados con instituciones como la Universidad Nacional o la Fundación Universitaria Iberoamericana. Todos ellos son fruto del trabajo comunitario de profesionales sordos que están liderando procesos de desarrollo social.

Para cerrar Hernández señala que lo más importante para construir comunidades inclusivas para todos, que es la invitación que hace el lema del Mes de la Persona Sorda este año, es desmontar los paradigmas negativos que existen con respecto a la diferencia.

“Es identificar de manera responsable qué tengo que ver yo con una comunidad inclusiva y cambiar los comportamientos que atentan contra esta. No perdamos la oportunidad de compartir en la diversidad. Creo que cada vez más es un llamado a la ciudadanía. Si bien el Estado, la sociedad civil, las instituciones tienen unas responsabilidades, aquí hay un llamado importante a los seres humanos que se hacen cargo de sus relaciones y que se hacen cargo de relacionarse con otros desde una equidad verdadera”, concluye.

Datos de acceso

De acuerdo con cifras del Plan Estratégico Institucional 2019 -2022 del Insor, en Colombia:

  • 70 % de las personas sordas se encuentran en un nivel de pobreza o vulnerabilidad
  • 89 % se desempeñan en actividades que requieren una baja cualificación
  • 11 % se desempeñan en actividades que requieren algún tipo de cualificación
  • 58 % reciben un bajo ingreso por su desempeño en el trabajo
  • Alrededor de 28 % son dependientes económicamente

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