Emmanuelle Laborit nació con la lengua de señas
10 mayo, 2025

Emmanuelle Laborit, autora del libro su libro 'El grito de la gaviota'.

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Emmanuelle Laborit tenía 7 años cuando nació por segunda vez. Fue así porque comprendió que la lengua de señas le permitía comunicarse con el resto de las personas. Entender que había un pasado y un futuro. Que ella tenía un nombre, al igual que su papá, su mamá y su hermana. Que todo tenía sentido.

“Enseguida pude analizar poco a poco la correspondencia entre los actos y las palabras que los describían, entre las personas y sus acciones. De repente, el mundo me perteneció y yo formé parte de él”. Así lo relata en su libro El grito de la gaviota, que escribió a cuatro manos a los 22 años con Robert Laffont. Una obra que fue traducida a 14 idiomas y convertida en un referente de las personas de la comunidad sorda.  Cuando se le midió al reto de escribir acababa de ser reconocida como la actriz revelación con el importante premio Molière de Teatro. Era la primera actriz sorda en recibirlo.

Emmanuelle es francesa y además de actriz es activista de los derechos de las personas sordas. Ostenta con honor la Orden de las Artes y las Letras de Francia, el cargo de directora del Teatro Visual Internacional (IVT) y de embajadora de la lengua de señas francesa.

Precisamente, por todos esos reconocimientos y tareas que realiza fue invitada a la Feria Internacional del Libro del Bogotá (FILBo) por un grupo de organizaciones que se esmeraron por aportar a la FILBo Incluyente su presencia, pues es el ejemplo perfecto del lema de la FIlBo 2025: “Las palabras del cuerpo”. Esas organizaciones son la Embajada de Francia, el Instituto Francés de Colombia, el Instituto Nacional para Sordos (Insor) y la Fundación Saldarriaga Concha. Ellas se unieron para lograr que Emmanuelle viajara al país y también para que tuviera el equipo que requería para dejar sus mensajes: un intérprete de lengua de señas internacional, uno de lengua de señas colombiana y uno de español.  A través de estas personas Emmanuelle compartió sus reflexiones sobre cómo la educación y la cultura pueden abrir caminos de igualdad, empatía e inclusión en un mundo que tanto los necesita.

Los gritos de la gaviota

Esos, y otros, fueron los temas que trató en el conversatorio con Lina Aristizabal, líder de Educación y Formación de la Fundación Saldarriaga Concha. En el espacio, titulado ‘Cuando el teatro es solo cuerpo’,  contó que el nombre de su libro obedece al apodo que recibió desde pequeña y  de alguna manera al contrasentido del grito de un ave en medio de su silencio. “¿Era muda o gaviota? Este curioso parecido fonético me hace sonreír ahora. El primero que dijo: «Emmanuelle grita porque no oye» fue mi tío Fifou, el hermano mayor de mi padre”, escribió en su libro que presentó en la FILBo.

Durante el conversatorio lo explicó así: “En mi familia todos son oyentes. Mi mamá cuenta que cuando era bebé yo gritaba mucho, no eran gritos controlados, eran agudos, como los de un ave marina,  como la gaviota.

 

Emmanuelle Laborit, autora del libro su libro 'El grito de la gaviota'.

Entonces me apodaron gaviota. Al principio no se dieron cuenta de que yo era sorda. Solo fue a los 9 meses. Pensaron que yo era una  bebé tranquila porque dormía a pierna suelta en una habitación situada al lado del salón donde la música sonaba a todo volumen  las  noches  de  fiesta  con  los  amigos.  Consideraban que era  “normal”, porque volvía la cabeza cuando hacía ruido una puerta.  No  sabían  que  notaba  la  vibración  por  el  suelo  sobre  el  que  jugaba  y  por  los desplazamientos de aire”.

¿Cómo llega al Teatro Visual Internacional (IVT)? Importante mencionar que IVT es un referente en el mundo porque promueve el trabajo conjunto de personas oyentes y sordas. Ofrece espectáculos bilingües, cursos, talleres y otros eventos que combinan diferentes disciplinas artísticas. 

Los médicos le habían dicho a mis papás que tenía que habituarme a los audífonos y al mundo de los oyentes. Entonces entré al colegio, no comprendía nada y  veía que todos se comunicaban. Un día mi papá escuchó en la radio a Alfredo Corrado,  fundador del Teatro Visual Internacional (IVT), que también era centro de formación y tenía servicio de interpretación. Yo tenía 7 años, mi papá me tomó de la mano y me llevó al IVT. Por primera vez vi un adulto sordo. Pensé que las personas sordas se quedaban como niñas y que tenían que tener un audífono. Me habló en lengua de señas y fue un giro para mí. Entré al teatro, aprendí a comunicarme através de la lengua de señas. Fue una transformación maravillosa. Fue un segundo nacimiento. Un nacimiento en la lengua de señas.

¿Y después cómo llega a la dirección del  IVT, que tiene por objetivo de la difusión de la lengua de señas francesa  y su cultura? Vale la pena señalar que antes de 1990 la lengua de señas era ilegal en Francia.

Cuando me gano el premio Molière, en el discurso de agredecimiento cuento que se va a cerrar la sede, que hay problemas. Entonces una persona del  gobierno conversa conmigo y nos ayuda. Me invitan a dirgir la sede y digo que no. Después me vuelven a decir, se supone que era por dos años y llevo 23 años como directora con otra persona que es oyente.  El centro fue instalado, desde enero de 2007, en la Cité Chaptal, en el noveno distrito de París. Allí vivimos una cultura de la inclusión y trabajo político para promover la lengua de señas y la cultura sorda. Nuestra cultura es más  visual, la lengua de señas es más expresiva y hace uso del cuerpo. En IVT hay personas oyentes y sordas que trabajan juntas. Las dos lenguas con las que se comunican son importantes y nuestras obras de teatro están en las dos lenguas y con subtítulos. Incluso tenemos música, porque las personas sordas también hecemos música.

En su caso la formación en el teatro ha sido la diferencia. ¿Qué papel debe tener la escuela en la vida de una persona sorda?

Debemos lograr una educación para todas las personas. La sensación de aislamiento no debe existir en la escuela. Debe entenderse que hay diferencias entre las personas y que requieren recusos distintos. Los no oyentes, por ejemplo, tenemos una agudeza visual para entender y leer a las personas, y tenemos unos procesos distintos, una cultura diferente.  Necesitamos lengua de señas que no hay en los colegios.

¿Y en todo esto que usted ha vivido qué papel tuvo su familia?

Estoy muy agradecida con mi familia. Cuando conocemos la lengua de señas se promueve en la casa. Mi hermana es menor y lo aprendió rápidamente, así que pude interactuar con ella. Además, mi familia me enseñó a ser indepediente, a encontrarme con mis pares, y todo eso me permitió ser la adulta que soy hoy.

Emmanuelle reiteró en los diferentes espacios en los que estuvo en la FILBo la necesidad prioritaria de que tanto personas sordas como oyentes tengan un escenario de inclusión. “Un escenario en el que podamos converger sordos y oyentes, en el que no se quieran hacer cambios o normalizar a las personas sordas o al contrario. Un escenario en el que se respete esa diversidad, esa diferencia.  Se acepte, se asuma que cada persona es diferente y eso nos va a ayudar a avanzar”.

También señaló la importancia de que las personas oyentes que quieran trabajar por las personas sordas dejen que ellas también sean protagonistas. “Debe haber respeto a la persona sorda, a sus experiencias, a sus legados profesionales. Eso es lo principal”, dijo. 

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